jueves, 14 de junio de 2007

"Quiero ser goleador" - Olé

La Gata, pretendido por el América, suma nueve goles, está a dos de Palermo y se ilusiona con el Pichichi: "No lo planeé, pero me gustaría".



Relajados? Ni ahí. Los jugadores de San Lorenzo lucen insaciables, apenas horas después de consagrarse campeones del Clausura, ya encontraron una motivación interesante, como para no enfrentar a Quilmes con síndrome de relajación: Gastón Fernández, goleador del Ciclón hasta el momento, con nueve conversiones, está a sólo dos escaloncitos de Martín Palermo en la tabla de scorers, con el condimento de que el Loco no jugará la última fecha del torneo. ¿La Gata goleador? "Je. Sí, me gustaría. Sinceramente no es algo que me haya propuesto en lo personal cuando empezó el torneo, pero hoy, ya con el equipo campeón, voy a tratar de serlo", admite, el atacante, sonriente, en conferencia de prensa.

Claro, sus compinches lo bancan. Cuando el periodismo comentó que Ramón Díaz les tiraba 100 dólares a sus compañeros del Yokohama para que lo asistieran, ¿a quién se le pudo haber salido la cadena? ¡A Lavezzi! Como quien no quiere la cosa, intervino en la charla para disparar: "No, no, 1.000 dólares le vamos a pedir, ja ja ja ja". Rápido como a la hora de definir, la Gata, seguido de cerca por el América mexicano, apura: "No voy a necesitar el tema económico para que puedan ayudarme. Hay que disfrutar un partido en el que somos campeones".

"Es el sueño de mi vida" - Olé

La Gata ronronea a full. "Gracias a Ramón" pasó de vivir "el momento más difícil de mi carrera" a descoserla y ser campeón y goleador en Boedo: "Tuve un gran campeonato".

Apenas descubre la guitarra nace el arrebato, Gastón Fernández improvisa un solo, bastante pobretón obvio, ni comparación con las logradisímas notas que saca cada vez que la bola reposa bajo su suela. Se juega como se vive, profesan algunos, y la Gata adhiere a la hipótesis, irradia alegría y rabonas también fuera del césped. Hoy en día, claro, más que nunca. Porque Boedo sólo sabe de descorches y fuegos artificiales. "Y esto es el sueño de mi vida", confiesa la mejor figura del mejor equipo argentino. Uno de los varios resucitados por Ramón. "Porque fue el único que se comunicó en el momento más difícil de mi carrera. Me llenó de confianza, me trajo para dar la vuelta. No es casualidad que después del gol haya ido a abrazarlo", explica sin caer en rencores directos hacia Daniel Passarella, entrenador que prescindió de él en River.

Ramonero por excelencia entonces, la Gata ronronea mientras cuenta que en su nivel superlativo tuvo "mucho que ver el DT". "Por eso lo llamo ''mi técnico'', je", asume. Pero, amén de la metamorfosis personal, el trueque de ostracismo por cielo eterno gestionado por el Pelado también afectó al grupo entero. "Nos sacó mucha presión. Tiene conceptos claros, ninguna cosa rara. Y vive contagiando onda positiva. Antes del partido, por caso, nos arengó gritando que este equipo merecía ser campeón. Y haberlo visto festejar con nosotros demuestra el aprecio que nos tiene", cuenta el punta, un líder entre los líricos del campeón y, además, Pichichi... "Siempre trato de agregarle gol a mi juego. Haber convertido nueve goles demuestra que tuve un gran torneo", saca pecho para enseguida resaltar la labor general: "Fuimos el mejor equipo, me gustaría quedarme mucho tiempo acá, es una ilusión. Esta institución me dio mucho. Y ahora vamos por las copas", se embala. Y rápido confiesa, en tono agradecido: Cuando estaba por arreglar, el Malevo me llamaba y me decía que, pese al mal año que habían pasado, tenía que venir por el excelente grupo de personas que había. Por suerte le hice caso. Y todos nos sacamos nuestra propia espina". Qué te parece...


Ellos son la sensacion - Olé

El Pocho, el Malevo, Hirsig y la Gata se lookearon como el grupo neoyorquino para celebrar el título. Conocé la historia de una producción que quedará en la memoria cuerva.


Pasame el replay.

1973. Ruge el Gasómetro. Santana rasga las cuerdas, atrona el barrio porteño más reo, Boedo, tanguero de ley, se casa con el rock.

Metele play, campeón. Un año después de la visita del mexicano a la Argentina, en Queens, New York, nacían The Ramones, una de las bandas punk más influyentes de la historia, quizás el grupo extranjero más local en estas tierras. Rockero, el Nuevo Gasómetro imita a su predecesor, luego del rugido dominguero, convocando a la banda del Ramón más famoso, Díaz, autor del mayor hit futbolístico de los últimos tiempos. Al escenario, entonces, montado en el segundo piso de la Platea Norte, lejos de ojos indiscretos, salen los cracks, flamantes campeones con San Lorenzo, lookeados como los neoyorkinos a pedido de Olé: Ezequiel Lavezzi, Santiago Hirsig, Osmar Ferreyra y Gastón Fernández. ¡Hey, ho, let''s go!

The sensation. Ellos, claro, figuras del mejor equipo del Clausura, son la sensación del momento, rock stars en el Pedro Bidegain. One, two, three, ¡four! Casi que trotan el Pocho, el Malevo y Santi, huyendo del estacionamiento del estadio, presurosos por probarse las camperas de cuero a estrenar. Y no están solos. ¿La Gata? No, Fernández, pionero de la producción, llega tarde. La compañía es de Tomás, el pequeño Lavezzi, más Ramone que Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy juntos, caracterizado con a las gafas setentosas de Ferreyra. Con la escenografía preparada, la primera impresión movió la estantería. "Peluca ni en pedo", disparó el Malevo, para, a los 35 segundos, probarse cuál le quedaba mejor. Ultraviolentos, nada ni nadie los pudo parar. Motivados por las bolsas con ropas y pelucas, se abalanzaron sobre las prendas para elegir, a la espera de la Gata, con Hirsig como vestuarista por excelencia y, ¿por qué no? como el mayor manosanta, tocándose the left egg al enterarse que su posición en la foto era la ocupada originalmente por Joey, fallecido en 2001. Muy toquetón él, pero ni hablar de posar con el micrófono como si estuviera cantando: "Nooo, muy maraca, je".

Mayor temor uno: las cargadas de los compañeros. Mayor temor dos: la femineidad de la peluca. "Uyyy, ¡qué gay voy a salir", chusmea el Malevo la primera toma, segundos después de que el Pocho le acomodara rabiosamente la larga melena ficticia. ¡Y llega Fernández! La que le espera... "¿Peluca? Nooo", guapea la Gata. Pero Ferreyra le para el carro: "Daaale Gata, encima que llegás a cualquier hora te hacés el loco. Ponete eso y vení acá". Y Lavezzi se la acomoda. Y ruge Boedo campeón. Mondo Bizarro.

Lágrimas de una "Gata" que lloró de emoción - 26 noticias

“Es para vos Ramón”, dijo Gastón Fernández después de marcar el tercer gol de San Lorenzo. Es que el ex River fue rescatado por el técnico ’azulgrana’ cuando nadie lo tenía en cuenta y Passarella lo ignoraba. Durante el Clausura fue una de las grandes figuras del equipo.
Gastón Fernández fue la figura de San Lorenzo ante Arsenal. Y se transformó en el goleador del Ciclón, que después de seis años pudo volver a gritar campeón.
“Estoy muy feliz. La verdad es que cuando llegué al club sabía que se podía venir algo grande y por suerte pudimos coronar tantas expectativas”, señaló un eufórico Gastón Fernández.
La “Gata” fue reemplazado por Adrián González y se llevó la ovación de su vida. Cuando llegó al banco de suplentes no pudo contener tanta emoción y se puso a llorar, abrazado a Diego Rivero.
“Es que la emoción fue muy grande, porque uno se pone a pensar todo lo que vivimos y esto es increíble”, sentenció.
El ex jugador de Racing y River, entre otros, se mostró muy agradecido con el entrenador de San Lorenzo, al punto que le dedicó señalándolo, después de marcar el tercer gol del equipo.
“No hay dudas que Ramón tiene mucho que ver en este título. Yo siempre le voy a estar muy agradecido, porque confío en mí y yo espero haberle retribuido tanta confianza”, concluyó.

Los Carasucias que el Ciclón extrañaba - La Nación

Gastón Fernández, el artillero del equipo, y Ezequiel Lavezzi, pura velocidad y frescura, fueron una pareja de ataque explosiva en San Lorenzo

Si es cierto que en cada lauro nuevo un equipo incluye la evocación de alguno del pasado, Gastón Fernández y Ezequiel Lavezzi personificaron en este San Lorenzo campeón el reverdecer de aquella vieja leyenda de los Carasucias. En 1964 fueron muchachos como Doval, Areán, el Bambino Veira o Casa; hoy, la Gata y Pocho refrescan página por página de aquella memorable historia santa y le agregan la coronación que por los eternos caprichos del fútbol aquellos predecesores no habían conseguido. No es usual que el fútbol argentino produzca socios que sintonicen tan bien en todas las materias ofensivas que se le piden a un equipo con ambiciones: en el ex muchacho de River hay lucidez, chispa, habilidad y gol; en el pibe que un día llegó desde Estudiantes de Caseros sobran la velocidad, la habilidad, la guapeza y las ganas. Y también el gol, claro.

De uno y otro ya habían salido aportes fundamentales para la campaña de un equipo sorprendente, pero por lo visto ayer tenían reservado un fin de fiesta inmejorable. La Gata, inteligentísimo, aprovechador fantástico de toda pelota que le llegó, un dechado de precisión para ver y habilitar compañeros; y por si eso no hubiese bastado, goleador cuando el Ciclón más lo necesitaba. Para eso, se puede pensar ahora, apareció primero que nadie en la fila de jugadores que entró en el campo en el segundo tiempo, corriendo, como apurado por borrar las preocupaciones que había diseminado el 2-2 parcial. Lavezzi, un portento de rapidez y desborde en toda la tarde, un tormento para los zagueros de Arsenal que se turnaron para (no) controlarlo. Y un látigo caminante para firmar el segundo gol, con un derechazo pegado a un poste de Cuenca.

Como en una predeterminación curiosa, detrás de uno y de otro hay historias con puntos en común. Gastón, de 23 años, llegó a San Lorenzo después de ser dejado de lado por River y en el Bajo Flores se encontró como en su hogar; Ezequiel, de 22, se rodeó del recelo de hinchas azulgranas que, en el último verano, le endilgaban su deseo de irse a Núñez, pero lo borró con actuaciones soberbias. La Gata no vivió la oscuridad del año pasado, cuando el equipo era la personificación de las dificultades. Pero Lavezzi, sí. "Pensar que hace cinco meses no podíamos salir de la cancha porque la gente nos insultaba... ¿Viste cómo cambió la cosa? Eso es lo lindo del fútbol. Me cuesta creer que esté viviendo esta felicidad después de haber pasado lo que pasamos. Me quedé para salir campeón y lo logré. Y yo nunca dije que quería irme a River. El que lo entendió así, malinterpretó mis palabras. Por suerte, el fútbol siempre te da revancha. Les agradezco a todos los hinchas porque siempre me trataron como si fuera un ídolo", decía el pibe rosarino ayer, tapado por muestras de afecto tan contrapuestas a ese pasado no muy lejano.

La Gata también se acordó de su propia transición entre el mundo millonario y el cuervo . "Ramón Díaz fue el que me pidió y quería que viniera a hacer cosas importantes a este club. Hoy puedo disfrutar todo esto y debo agradecérselo a él. Y soy un agradecido a la gente de San Lorenzo, que me trató maravillosamente durante estos meses". Todo un gesto de reconocimiento en medio de un momento en el que interiormente cabía, más que ninguna otra cosa, manifestar la satisfacción por lo que cada uno íntimamente sentía haber conseguido. "Para mí, esto es un sueño. Tenía muchas ganas de vivir algo así, con este cuerpo técnico y con este grupo. Afortunadamente todo salió como queríamos", agregó el delantero que aquella tarde de la Bombonera, el 4 de marzo último y con un tanto a Caranta, abrió una serie goleadora que se prolongó por tres partidos más: anotó posteriormente dos ante Banfield, uno -el del triunfo- frente a Central, en Rosario, y dos contra Independiente.

En la tarde decisiva, Lavezzi estuvo a la altura de sí mismo y de lo que se esperaba de él. Primero, con aquel golazo para el 2-0; después, en esa ráfaga del segundo tiempo con la que el Ciclón se aseguró el título, con otra irrupción incontenible en el área que Sekagya interrumpió cometiéndole el penal del definitivo 4-2. Y siempre, con innumerables arranques por uno y otro costado, pletóricos de ganas, de velocidad. "Hay que disfrutar este título -dijo, también-entre todos, porque tanto los dirigentes como el cuerpo técnico y los jugadores aportaron lo suyo para lograrlo".

La Gata también le encontró significado propio a lo conseguido. "Me siento muy importante en este equipo; por eso y por todos le doy tanto valor a lo que hicimos durante todo el campeonato. Ojalá podamos mantener este grupo para lo que viene. Vamos a demostrar que queremos seguir haciendo cosas importantes para esta institución". Cuánto tiempo abarcará ese futuro deseado no lo sabe nadie, pero por ahora él y su socio Lavezzi lo demostraron por demás.

Cuatro historias de lucha contra la adversidad en busca de la gloria - La Nación

La intimidad de Orion, Lavezzi, la Gata Fernández y Osmar Ferreyra, protagonistas de San Lorenzo, que desde las 16.10 y ante Arsenal, irá por el título


Termina el almuerzo en el Hindú Club. Hay sonrisas, hay entusiasmo, hay adrenalina en los cuerpos vestidos de azulgrana que van y vienen. Es la hora de la siesta, pero la invitación de LA NACION para una foto compartida, para una producción entre todos, entusiasma a Agustín Orion, Ezequiel Lavezzi, Gastón Fernández y Osmar Ferreyra, cuatro caras visibles del líder, cuatro íntimas historias de San Lorenzo que esta tarde buscará el título del Clausura en el partido frente a Arsenal. “Todavía falta un paso y hay mucha ansiedad”, dice Orion, el arquero. “Hay que estar tranquilos porque todo depende de nosotros”, cuenta Lavezzi, la figura. “Arsenal no será fácil, pero tenemos mucha confianza”, explica La Gata Fernández, el goleador. “Tenemos todo a nuestro favor, pero hay que demostrarlo en la cancha”, advierte Ferreyra, una pieza esencial.
Cuatro símbolos de San Lorenzo abren la puerta de la intimidad, horas antes de la posible vuelta olímpica. Ellos, todos, tienen sus reseñas personales. A punto de saltar a la cancha, abren sus corazones. Sus años recientes merecen su propio espacio, personal. Orion, el arquero, estuvo años relegado detrás de la sombra de Sebastián Saja: Ramón Díaz, el entrenador, le lanzó los guantes mucho antes de la despedida del hoy guardavallas de Gremio. Lavezzi, la figura, en el verano último sugirió por semanas la conveniencia de un pase a River; con sus gambetas, se ganó el corazón de los hinchas otra vez. La Gata, el goleador, pisó el Nuevo Gasómetro en silencio tras años aciagos en River; Díaz le encontró su lugar en la cancha como enganche y brilló. Y Malevo, el valor más resistido en tiempo reciente, se convirtió en un símbolo indispensable en esta campaña: jugó siempre.
Sábado al mediodía. Frío y niebla. Se abren las puertas del Hindú Club. Aparecen Orion, Lavezzi, Fernández y Malevo. Detrás de sus figuras, de sus sonrisas, surgen espontáneas las imágenes de sus vidas.
“Sentí que cuando se fue Sebastián (Saja) iba a ser mi oportunidad, pero jamás me la creí. Siempre di la vida por esta camiseta, pero con humildad y profesionalismo”, cuenta Orion, el arquero, el fanático de Midland, el hombre que sintió el exitismo detrás de la llegada de don Ramón. Y no por el título cercano: antes era un excelente proyecto desconocido para el gran público, hoy es una de las razones del líder y hasta tuvo participación directa en el seleccionado doméstico. “Ramón me dio mucha confianza. Además, fui papá. ¿Qué más puedo pedir?”, cuenta el arquero.
A su lado aparece Lavezzi. El Loco, el Pocho, el hombre de los tatuajes y de la velocidad extrema, el chico que surgió en un club pequeño, Estudiantes de Caseros, hasta encontrar la fama de primera. “Cuando miro para atrás y pienso lo que viví, no lo puedo creer. Por eso, siento que debo estar tranquilo en este momento, que puede ser histórico”, explica Lavezzi, una de las cartas de la posible gloria. Cerca de incorporarse al River de Daniel Passarella, en el verano último, su regreso, sin haberse alejado, resultó bastante traumático. “Pero eso ya pasó. Yo nunca dije que me quería ir de San Lorenzo, si este club me abrió las puertas para ser el que soy”, advierte el delantero, un socio ideal para Gastón Fernández.
La Gata se presentó en silencio, también en el verano, entre los flashes de Ramón y las críticas por un pasado reciente de crisis azulgrana. Tomó la posta de la habilidad y se convirtió en un mimado. “Acá soy feliz. Desde el primer día sentí el cariño de los hinchas y encontré mi verdadero lugar después de no tener chances en River”, explica la Gata, amigo personal de Malevo Ferreyra, el hombre ideal para Ramón, el protagonista que olvidó los silbidos por la confianza plena. “No sé por qué me criticaron tanto. Pero no importa: hoy estoy feliz, con la ilusión de festejar”, cuenta el Malevo. Cuatro historias en busca de la gloria.